Madrid fue testigo de una pasarela que, más allá de tela, tacones y focos, pretendía mostrar una postura: la de una joven que quiere más que desfilar, quiere destacar en el Miss Universo.
Lina Luaces, recientemente coronada Miss Universe Cuba 2025, se plantó en la pasarela con ese propósito. Su caminata madrileña exhibió un porte seguro, una elegancia medida —y a la vez firme—, como si en cada paso llevara la intención de imponerse en el certamen internacional.
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La elección de Madrid no es casual. En ciudades como esta, donde la moda se conjuga con lo cosmopolita y global, desfilar implica cruzar fronteras simbólicas. Lina lo supo: no caminó simplemente para desfilar, caminó para marcar territorio en su futuro escenario, el Miss Universo.
Según publicaciones en redes, esta preparación no es improvisada: Lina ha venido entrenando su pasarela con la reconocida coach Lu Sierra, desde Nueva York, fortaleciendo ese lenguaje corporal que define a una reina de belleza.
En el video que circula —y que tú tienes— se advierte cómo Lina se mueve en pasarela, midiendo cada paso, el control de las caderas, la mirada al frente.
Quizás algunos detalles, como el vestido o el tacón, jugaron en su contra en ciertos momentos, pero su intención —caminar con propósito— se impone. Incluso algunos comentarios en redes destacaron que el vestido no la dejaba moverse con facilidad, pero que Lina supo sobrellevarlo con gracia.
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Más allá del glamour, esta caminata es un mensaje: que Lina no pretende simplemente participar, sino competir con fuerza. Su estilo no es ostentoso ni desbordado; es sobrio, dominado, con ese equilibrio entre suavidad y firmeza que busca destacar sin sobrar.
Y es que en el mundo de los concursos de belleza ya no basta con belleza física: la pasarela también habla. Cada paso, cada contrapeso, cada leve oscilación proyecta seguridad, dominio del escenario, capacidad de transformarse en un ícono efímero frente al público.
En Madrid, Lina fue lo que quiso: una reina en construcción. Su caminata no fue perfecta, pero estuvo llena de ambición. Y eso, en este tipo de eventos, vale tanto como el aplomo.