En un carrusel de emociones, la presentadora Francisca Lachapel llega a un momento en el que deberá tomar un paso significativo:
Regresar a su lugar en el programa ¡Despierta América! y, con ello, separarse por un tiempo de la rutina que ha vivido con su pequeña hija.
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Durante los últimos meses, Francisca ha disfrutado plenamente de la tranquilidad del hogar, compartiendo brincos de alegría, miradas de sorpresa y el latido de una nueva vida que llegó para cambiarlo todo.
Pero detrás de esa pausa, también estaba el tic-tac inevitable de un regreso: las cámaras, el estudio, la agenda matutina.
Al anunciar que volverá al set pronto —justo cuando su licencia de maternidad llega a su fin— dejó en evidencia el reto que se avecina: dividir su mundo entre los focos del programa y los abrazos de su hija.
Ella lo dijo sin rodeos: disfrutó cada mañana llevando a sus hijos al colegio, algo que pronto se verá interrumpido cuando retome su rol frente a las cámaras.
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Este cambio, con todo el brillo que conlleva, trae consigo una inevitable nostalgia: esas mañanas que hoy son tranquilidad se convertirán en prisas, rutinas y pantallas.
Para Francisca, es claro que algo suma; pero también que algo se queda atrás.
Y quizá ahí radica el valor de este momento: no es sólo un regreso a la tele, es un reencuentro consigo misma como madre-trabajadora-mujer, con elecciones que implican renuncia y apuesta al mismo tiempo.
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